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La Tumba de las Luciérnagas
Muchas, bueno yo en concreto, muchas veces nos quejamos cuando algo malo no está pasando.
Que si no nos salen las cosas; que si has quedado con un amig@ y al final por lo que sea no puedes quedar(y te da mucha rabia, porque tenías muchísimas ganas); que tienes un trabajo muy importante para el Lunes y estás a Sábado y ves que el tiempo te come; que el petróleo cada vez tiene un precio más abusivo y duele coger el coche o la moto por el gasto de éste o ésta . . .
Problemas cotidianos, o putadas momentaneas según cómo lo queráis decir.
Realmente de lo que quiero hablar es de la Guerra.
Si ese gran mal, no sólo de este Siglo.
Qué por estar en nuestra situación privilegiada ni nos planteamos estar en una de ellas, de una de las cientos de guerras que hay en nuestro Mundo. Y qué cuando la visionamos por la Televisión, como que pasamos de lado como pasamos del pobre que vende pañuelos en un semáforo.
O sea, que no le damos la mínima importancia.
En ese tipo de situaciones, no deseables por supuesto. Es donde se vé como es una persona realmente. Y si lo vale.
Ya que ahí, la gente mira por si misma, por sobrevivir y si le tiene que dar la ostia a su hermano, primo o sobrino para comer . . . la ostia puede ser sangrante.
Realmente los alieniza, la guerra lo hace o afloran nuestros verdaderos pensamientos o sentimientos.
Se vé, realmente, cómo es una persona(por dentro) cuando las cosas van mal y más si van horrorosamente mal. Ahí es dónde el corazón, si lo posees, sale a flote. Donde las lágrimas se derraman como agua saciadora para ese amig@, familiar, vecin@ que tal vez lo esté pasando peor que tú o no. Pero qué con tu ayuda, ese ínfimo grano de arroz, puedes ayudarle a por lo menos tener una pizca de esperanza.
Esa esperanza de ReNaCer.
Pero, lo que no podemos sanar son las cicatrices, de esa guerra real o interna. Pero si ayudar, para que duelan lo menos posible.
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