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Son aproximadamente las 8 de la mañana, y me monto en el autobús como todos los días. Y escucho soy el duende de la suerte, comprarme el cupón el 34567 (número ficticio), que toca seguro. Animarse. Vosotros, los que acabáis de subir, comprarme un cuponcito, que toca seguro. Como habréis adivinado, no es ningún duende de la suerte. Es una mujer, que rondará los cincuenta años, y vende cupones con un gorro verde, sí del tipo que llevan los duendes en los Comics (en su defecto, tebeos). También es escasa de estatura, de ahí que mismamente se llame ella el duende de la suerte, muy orgullosa de ello. ¿Porque no? Pues, no para de intentar vender cupones, desde que entra al autobús (supongo, porque no me monto con ella, pero no tiene muchas paradas previas a la mía), hasta que se baja una parada antes de mi trabajo. La verdad, es entrañable. Hoy tenía cambiado el atuendo, porque en vez de duende el gorro era de Papa Nöel(Sí, el de la Coca-cola), y además le dio por cantar un villancico. Qué había compuesto ella, supongo. Y en el cuál nombraba, el cuponcito, rasca y gana de la once, etc... todo un espectáculo. Y al terminar este, dice una mujer: Oye te compro uno, que has cantado bien. Desde aquí, aunque no lo sepas jamás, tienes tu homenaje, duende de la suerte.
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